Katiusca Daza, fundadora de Ka-Nekocafé, nos cuenta como surgió la idea de crear una cafetería cuyo fin es ayudar a los animales.
Katiusca Daza es una joven de 29 años que decidió emprender junto a su hermana un negocio que destine parte de sus ingresos para la ayuda a los animales. Así nace KA-Nekocafé, la primera cafetería animalista del Perú. Han pasado dos meses desde su inauguración y cada día suma más propuestas de ayuda a los amigos peludos.
La historia detrás de KA-Nekocafé, sin embargo, tiene más tiempo de lo que parece.
«En algún momento tuve ese sueño irreal de tener un albergue de animales que tuviera un negocio que lo sustentara. En esa idea, se me ocurrió un nekocafé. Pero era como mi loca idea y la dejé para seguir con mi vida», recuerda Katiusca.
LA GATA QUE INICIÓ TODO
Hace diez años, Katiusca se encontró con la gata que marcaría su forma de ver la vida. Cuando encontró a Minerva, ella apenas tenía unas horas de nacida y le habían echado tierra en la boca para que muriera.
“Para ese momento yo odiaba a los gatos, los detestaba. Pero sabía que la gata tenía que vivir y lo único que sabía de gatos en ese entonces era que ella no podía tomar leche con lactosa”, cuenta la joven.
Era necesario darle de comer cada dos horas y estimularle los esfínteres, por lo que durante su primer mes de vida la gata fue cuidada con dedicación. Gracias al esfuerzo que le dedicó Katiusca, Minerva logró sobrevivir.
“Le dije a mi mamá que la iba a entregar en adopción porque a mí no me gustan los gatos. Pero después de un mes de cuidarla me di cuenta que era mi hija, mi gata, y ya no la quise entregar”, relata Katiusca.
Minerva marcó la vida de Katiusca de manera especial. Luego de conocerla su visión del mundo ya no volvió a ser la misma. Eso, señala Katiusca, fue lo que la impulsó a sentir su amor por los animales y a tener la necesidad de querer ayudarlos.
«Parte de mis ganancias se iban en un gato que encontraba y que necesitaba ser esterilizado», señala. La idea era darlos en adopción, pero Katiusca y su hermana ya se habían llenado de gatos que nadie había querido adoptar, por lo que no podían hacer nada más que devolverlos a la calle luego de operarlos. Por esta razón, la cafetería también sirve como plataforma para concientizar a los demás sobre la esterilización de animales.
«En la cafetería nos ha tocado gente que no tiene ni idea que se puede adoptar, que se puede esterilizar, del tema de la enfermedad de los gatos. Básicamente acá lo que buscamos es desmitificar al gato y que la gente no le eche la culpa al pobre animal», comenta.
UN CAFÉ QUE AYUDA
Para crear la cafetería, Katiusca y su hermana tuvieron que prepararse por alrededor de tres meses. Guiándose por nekos cafés de otros países, la idea inicial era tener gatos en adopción dentro de la cafetería, pero según las regulaciones municipales esto no era posible. Por ello, decidieron colocar dentro de su cafetería las fotos de aquellos animales que estaban en adopción y pertenecían a los albergues con los que colaboraban.
Para la creación de Ka-Nekocafé hubo un proceso de selección de albergues para comprobar que su trabajo y sus finanzas eran transparentes. También se realizaron más de 500 encuestas para conocer si el público estaría interesado en visitar un lugar así.
Ver la cafetería hecha realidad luego de haber trabajado tanto es sin duda satisfactorio para Katiusca. Pero nada de esto sería realidad sino fuera por el apoyo moral y financiero de su familia durante el tiempo que se dedicaban a preparar todo.
«Ha sido un reto en todo aspecto, para encontrar las cosas, porque hay cosas que las hemos hechos con nuestras propias manos para abaratar costos; aprender a cocinar, a trabajar en equipo.», cuenta Katiusca.
Esto es sin duda solo el inicio. La meta de ambas hermanas es que la idea pueda ser replicada en más distritos, que se incluyan más albergues, que se expanda con otros tipos de negocio. Después de todo, el objetivo es uno solo: ayudar a los animales que más lo necesitan.
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